Mecanoterapia (MCT)
El estímulo mecánico a presión negativa o masaje a presión positiva proporciona muchos y diversos efectos sobre los tejidos, como reducción de la contractura muscular, la flexibilización del tejido conjuntivo, la activación de la circulación sanguínea, la excitabilidad neurológica.
El estímulo usa la capacidad de las células para detectar y responder a los cambios en su entorno físico, como los cambios de presión, para mantener la homeostasis y responder a las lesiones. El masaje terapéutico utiliza la manipulación física para ejercer su efecto en tejidos dañados. La acción terapéutica se realiza mediante estímulos mecánicos o de presión que se ejercen sobre las células y los tejidos.
Este proceso en el que las células convierten el estímulo mecánico en actividad bioquímica se conoce como mecanotransducción (Geiger et al, 2009; Martin 2009; dufort et al, 2009; Hahn y Martin, 2009; Wang et al, 1993; Wang, 2009). Estos estímulos inducen la síntesis de diversas proteínas reguladoras como enzimas, neurotransmisores o proteínas estructurales.
La mecanotransducción se basa en que las células tienen un sistema de tensión integrado que mantiene su morfología, homeostasis y función (Janmey et al, 2007; Ingber, 2006; Ingber, 1993; Ingber, 1997; Ingber, 2003; Ingber, 2003). Al presionar sobre músculos y piel, se aplica una fuerza mecánica la matriz extracelular (ECM) o a las uniones célula-célula (Chen et al, 2004) que modifican la ECM (Stevens et al, 2005) y estimulan las integrinas, unos receptores de transmembrana de la superficie celular (Schwartz, 2010) que transmiten la presión al citoesqueleto de la célula y este al núcleo celular (Wang et al, 2011). A nivel celular estos estímulos se transmiten al núcleo de la célula induciendo la señalización. En el núcleo esta señalización conduce a cambios en la expresión génica y a la síntesis de las proteínas reguladoras que ejercen su acción en las cascadas metabólicas.
Existe un creciente interés en la comprensión de las bases moleculares del tratamiento con el masaje. En un artículo reciente se estudiaron los efectos del masaje en los marcadores inflamatorios de la lesión muscular (Crane et al, 2012). Este estudio aporta una base científica sobre los efectos del masaje en la recuperación muscular. Los autores buscaron cambios en las «expresión génica» (en las proteínas sintetizadas por las células). Compararon muestras de tejidos musculares a las que se les había aplicado un masaje con otras que no recibieron el masaje. Observaron que el masaje activaba la mecanotransducción, las vías de señalización quinasa de adhesión focal (FAK) y la señal extracelular -quinasa regulada 1/2 (ERK1/2), potenciaba la biogénesis mitocondrial señalización [receptor activado por el proliferador de peroxisomas γ 1α nuclear coactivador (PGC- 1α)] y disminuía el aumento del factor nuclear kappa B (NFkB) (p65) causado por un traumatismo muscular inducido por el ejercicio. También observaron que el masaje atenuaba la producción de las citoquinas inflamatorias factor de necrosis tumoral – α (TNF – α) y la interleucina – 6 (IL – 6) y reducía la fosforilación de la proteína de choque térmico 27 (HSP27), reduciendo el estrés celular que resulta de una lesión miofibrilar. Concluyeron que cuando el masaje se administra a músculo esquelético que ha sido dañado de forma aguda tras el ejercicio, disminuye los niveles de NFkB y reduce la inflamación, con una eficacia clínica equivalente a la de los AINEs convencionales en el tratamiento de la inflamación post-ejercicio, sin los efectos adversos de estos fármacos, así como para aumentar la PGC-1 y promover la biogénesis mitocondrial (Crane et al, 2012; bWang et al, 2011). Ambos efectos actúan en el proceso de recuperación, al disminuir el dolor y permitir la adaptación muscular.
El masaje manual presenta una alta variabilidad tanto a nivel de inter como de intra-terapeuta. La presión y el ritmo de la presión ejercida para un mismo tipo de masaje puede ser muy distinta y por tanto las dosis de masaje que puede recibir el paciente pueden variar ampliamente, y también los músculos en los que se administra en función de quien lo aplique o en el momento en que se aplique.
Para conseguir una alta fiabilidad y repetitibilidad con la aplicación de un masaje, es preciso estandarizarlo. La falta de estandarización hace que el masaje no se prescriba en primera línea de tratamiento. Solo el uso de dispositivos que puedan estandarizarlo puede lograr que el masaje sea considerado un tratamiento terapéutico de primera línea.
Para administrar el masaje terapéutico de forma estandarizada se utiliza la mecanoterapia con aparatos de bomba de vacío y un ordenador para controlar la presión y las pulsaciones.
Los cabezales están en contacto con la piel del paciente y mediante el sistema de vacuum que produce la presión negativa, genera un estímulo mecánico que crea la acción de masaje. El estímulo mecánico está controlado informáticamente mediante programas específicos, estudiados para cada una de las indicaciones. En función de la indicación y de la constitución del paciente a tratar, el programa gestiona el tratamiento aplicando presiones que oscilan entre un mínimo de 10 mbars hasta una presión máxima de 100mbars, facilita la estandarización y administración de los masajes independiente del método usado por el fisioterapeuta.
Bibliografía
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